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martes, 3 de septiembre de 2013

Mientras exista un Bale que echarse a la boca

Florentino Pérez, en diez años como presidente, ha conquistado diez títulos, de los que sólo cinco pueden ser considerados como ‘grandes’: 3 Ligas, 1 Champions y 1 Copa. Para lograr esos triunfos, el presidente ha gastado, con el dinero de los socios, más de 1.000 millones de €. Después de una década de mandato, el presidente que ha pasado cinco años en blanco ha vuelto a reforzar su modelo.


El imperio Florentino, en esa inercia nociva de adelantar los éxitos como modo de asegurar el fracaso, sigue poniendo el acento en fichar cuanto más caro, mejor. En su fastuoso álbum, un nuevo cromo: Gareth Frank Bale. Un fichaje estelar, un futbolista extraordinario sobre el que no existe ninguna duda, pero con un precio prohibitivo. Pérez ha firmado a Bale (fichaje más ficha) por el mismo dinero que invierte el Atlético en su presupuesto anual. Así funciona la industria de Pérez, en un club de nata y oquedad donde las estrellas se presentan en sociedad saliendo desde el interior de una gigantesca tarta, como Marilyn Monroe. No es inmoral pagar esa cantidad para quien se lo puede permitir, pero sí llama la atención que el fichaje se haya producido incluso contra el propio criterio del presidente, que llegó a confesar que ‘100 millones son mucho’. O el presidente del Real Madrid mentía entonces, o miente ahora.

Más allá del alboroto por Bale, el Bernabéu se ha convertido en una puerta giratoria. Cristiano al margen, si existe un jugador de talento en el Real Madrid, ese ha sido Mesut Özil. El alemán conquistó al tendido siete del Bernabéu y demostró ser un fuera de serie del último pase. No falta quien justifica su venta por la irrupción de Isco como nuevo ídolo y porque Öz desea minutos porque es año de Mundial. La realidad es que Özil dejó claro que quería permanecer en el Madrid y, en cuestión de horas, el Madrid le ha respondido empaquetándole vía Londres. El Madrid lo compró por 15 y lo traspasa por 47. Negocio redondo. Ahora bien, su marcha es incomprensible. El presidente llegó a decir que Özil podría ser ‘el mejor jugador del mundo’. ¿Quién traspasa al que podría ser el mejor del mundo? Hay quien dice que Isco deja sin sitio al alemán pero ¿desde cuando en el Madrid no pueden jugar juntos los mejores? Si de algo ha presumido el Real Madrid, con buen criterio, es de tener siempre a los mejores en su equipo. Özil lo es. Y lo han vendido. Pérez dijo que sería el mejor del mundo. O mentía entonces, o miente ahora.

Para gran mentira, Kaká. Entre traspaso (68) y salario bruto (20 por 4 años) le ha costado 148 millones € al Madrid, a sus socios. Jugó 6.846 minutos, saliendo a 21.600 € por minuto jugado. En 2009, Florentino quiso triunfar donde Calderón había fracasado y decidió pagar lo que le pidiesen. Hoy, Kaká se marcha gratis al Milán. Dicen que Kaká siempre tuvo más amor por las pesetas que por la camiseta del Real, pero la realidad es que nadie puso una pistola en el pecho a Pérez para gastar una cantidad tan elevada por un jugador. El adiós de Kaká simboliza un triple fracaso: el del presidente que pagó lo que pagó, el del jugador que defraudó como defraudó y el del periodismo entreguista que, para no irritar al presidente, se empeñó en vender las mil y una resurrecciones del Pelé blanco. Se llegó a decir que Mourinho le iba a recuperar para ser el número uno y que con Ancelotti sería titular. El presidente, hace sólo unos días, llegó a decir que Kaká es un fenómeno y volvería a recuperar su magia con el italiano en el banquillo. O mentía entonces, o miente ahora.

Bale llega, Özil se marcha y a Kaká, como a Bárcenas, ya no le quiere nadie. Así se escribe la historia. Florentino, que gasta el dinero de sus socios en relación inversamente proporcional a los títulos que conquista, sigue fiel a sí mismo: mucho ruido, pocas nueces. Kaká es esa foto en la que Florentino se niega a aparecer, como la de la venta de Özil. Él prefiere ser el motor de lo que entiende como una fábrica de sueños, porque siempre hay un Bale que echarse a la boca. Al fondo, verdaderas asignaturas pendientes: Cristiano y Casillas. El primero, a pesar de los satélites presidenciales, sigue sin renovar. El segundo, como Özil, desea minutos en año de Mundial Si Cristiano o Casillas, los dos emblemas del club, acaban fuera del club, entonces, sí habrá cuello para girarse al palco. Mientras tanto, Florentino y su modelo viven instalados en su realidad: su Madrid celebra más fichajes que títulos.

Rubén Uría / EuroSport

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