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martes, 1 de octubre de 2013

Prepárense para perder, el libro que inquieta a Mourinho

Este libro escrito por Diego Torres (columnista habitual de El País) tiene por título una de las frases pronunciadas por José Mourinho antes de acudir al Camp Nou para disputar la semifinal de la Champions de 2011 tras perder en la ida 0-2, 'Prepárense para perder'. Frase que muchos de los jugadores presentes confiesan que no olvidarán nunca.

Aquí un extracto:

El 1 de mayo fue domingo de Resurrección. Al llegar a Valdebebas los jugadores se encontraron con una citación. Mourinho los reunió en el vestuario y pidió a todo el personal de apoyo que abandonara el recinto. Sospechosos de filtrar información a la prensa, utilleros, masajistas y médicos fueron invitados a salir y a cerrar la puerta tras de sí. En el interior permanecieron el entrenador, sus ayudantes, la plantilla y Zinedine Zidane. El exfutbolista francés había comenzado a trabajar como nexo entre la directiva y el cuerpo técnico a raíz del vacío dejado por Jorge Valdano, desafectado por Mourinho de sus antiguas funciones como puente entre las oficinas y el equipo. Mourinho inició su intervención diciendo que, sin que él lo hubiera pedido, desde el club lo llamaron para anunciarle el más firme respaldo:

– El club me apoya. El club ha ido contra la UEFA porque está conmigo. Pero los vídeos que han mandado no han sido cosa mía. Eso es una iniciativa del club...

Casillas escuchó sentado en un costado, sobre una banqueta, mirando al suelo. Siguió al conferenciante con el rabillo del ojo, haciendo una mueca amarga. El entrenador esbozó su plan para la visita al Camp Nou del martes 3 de mayo:

– Saldremos a hacer un partido tranquilo. A esperar. Hay que defender muy cerca del área, en bloque bajo. Para que el partido acabe 0-0. Si acaba 0-0 podremos decir que la eliminatoria la decidió el árbitro en la ida...

Los jugadores cruzaron miradas de incredulidad.

– En Barcelona tenemos tres opciones: dos imposibles y una posible. La única opción posible es que el partido acabe con un marcador ajustado y perdamos la eliminatoria. De las dos opciones imposibles, la primera es que nos metan una goleada. Esto hay que evitarlo a toda costa para poder culpar a los árbitros. Esto jamás se puede dar. La otra imposible es que ganemos la eliminatoria. Si salimos a conservar el 0-0 y, si acaso, acabamos pasando a la final, perfecto. Pero lo prioritario es conseguir un marcador ajustado para echar la culpa a los árbitros. Un 2-1, un 1-0, un empate... me valen para decir que nos robaron en el Bernabéu.

Mourinho intentó convencer a su equipo de que debía perder la eliminatoria de forma calculada, medida. Los invitó a hacer del partido un argumento dialéctico, un arma que, con su poder de oratoria, él luego podría esgrimir con un efecto propagandístico devastador. Habló sin que nadie le interrumpiera:

- El Real Madrid ha contratado a los mejores abogados del mundo, y sé de buena fuente que después de las semifinales se hará público que a Alves le meterán dos partidos por hacer teatro y a Busquets cinco partidos por racismo, y al gran Pep... porque este se cree que es muy grande... le van a meter otros dos partidos. A lo mejor tres, por ser el jefe de la banda de los teatreros, por estimular todo ese teatro. Os lo puedo asegurar. Por eso hay que conseguir un marcador ajustado. Porque entonces yo saldré y diré en la rueda de prensa que la eliminatoria la perdimos en el Bernabéu y todos los medios de comunicación estarán conmigo en que nos robaron. Pero si nos meten una paliza haremos el mayor ridículo del fútbol mundial porque al día siguiente todos los medios dirán: «¿Dónde están los árbitros, Mourinho...? ¿Dónde están los árbitros, jugadores del Madrid?»

Mourinho discurría tan absorto en su mundo que los jugadores le oyeron cometer un lapsus, hablar de sí mismo, revelando que su verdadera preocupación era su prestigio personal. Por eso, se enmendó inmediatamente replanteando la cuestión hacia los «jugadores del Madrid». Las personas que asistieron al discurso y luego lo reconstruyeron describieron la situación como «flipante» o «alucinante», pero no se atrevieron a decir nada. En el momento, la reacción de los jugadores fue variada. Algunos intentaban mostrarse conmovidos. Pepe, Di María, Xabi Alonso y Granero parecían convencidos, vibraban. Granero aprobaba: «¡Qué listo es...!» También había escépticos. Indiferentes, como Adebayor, Carvalho, Lass y Khedira. Y había indignados, como Casillas, Ramos, Arbeloa, Higuaín y, sobre todo, Cristiano. Estos últimos creyeron que Mourinho estaba dispuesto a tirar la eliminatoria a la basura para justificar sus 15 minutos de locura en la conferencia del Bernabéu. Esperaba que el Barça, al verlos a todos metidos atrás, aceptase firmar el armisticio. Pero no le bastaba con eso. No le servía un mero acto de obediencia colectiva. Deseaba convencer a sus futbolistas de que lo mejor para todos era que se rindieran siguiendo sus instrucciones, porque de este modo nadie les rendiría cuentas. Al contrario, ante la afición quedarían libres de cualquier responsabilidad porque se presentarían como mártires y su sacrificio serviría para exponer al mundo la verdad sobre el Barça:

– ¡Estos son los del juego bonito! Tenemos que luchar para que se descubra a esta banda del juego bonito. Para que a nivel mundial se sepa que los niños guapos del mundo del fútbol juegan sucio, que es lo que hacen. Ahí están Alves, Busquets... ¿Cómo podemos demostrar que juegan sucio? Consiguiendo un marcador estrecho...

Doblado sobre sí mismo, Casillas se limitó a aferrarse a la banqueta con la mano izquierda, como si quisiera retorcerla. La mano derecha se la pasaba por la cara mientras meneaba la cabeza. Ni un solo jugador cuestionó al entrenador. Nadie abrió la boca para pedir explicaciones, como si no cupieran dudas, como si todo resultase obvio y razonable. Finalizado el capítulo táctico-político, Mourinho se volvió hacia Cristiano y le interpeló ante todos:

- ¡Tú! ¡Cris! Ven aquí que te tengo que decir una cosa. Te lo digo a la cara: te quejas de que aquí jugamos defensivamente. ¿Pero sabes por qué jugamos así? Por tu culpa. Porque como tú no quieres defender, no quieres cerrar las bandas, tengo que meter al equipo atrás. Te enfadaste porque no te puse en Bilbao, porque tú, cuando sales, sales a lo tuyo. A lograr tus objetivos personales. Y quizás el culpable soy yo por permitírtelo. Pero tú estás a lo tuyo. Vas a los medios de comunicación y en vez de hacer lo que tienes que hacer nos criticas porque somos defensivos. ¿Sabes lo que tendrías que haber hecho? ¡Criticar al árbitro, pensar en mí, pensar en el equipo...!

Cristiano se revolvió, gesticuló, maldijo en un portugués cerrado, hizo un intento de cortar a Mourinho, pero no pudo.

– Yo a ti te tengo que querer porque tú eres hermano de mi hermano, y cuando uno es hermano de su hermano, entonces es hermano también. Pero el otro día, en vez de hacer lo que yo te dije, fuiste y criticaste mi táctica. ¡Me criticaste a mí! No tienes respeto por tus compañeros. Los estás viendo correr. ¡Estás viendo cómo están corriendo Pepe y Lass, y levantas las manos protestando porque no te llegan balones! ¡Podrías ser mejor compañero y, en vez de levantar las manos, salir a la rueda de prensa y hablar mal del árbitro! ¡Porque te he inventado un sistema para ti, para que estés cómodo, no corras y marques goles! ¡Jugamos así por tu culpa! Si te pongo a correr detrás de Alves lo dejas que se vaya solo... ¿Qué pasa? ¿Acaso crees que Di María es menos que tú?.

Cristiano no se amilanó. Empezó a gritarle en portugués. Le preguntó qué diantres decía, le acusó de tergiversar, de mezclar sucesos sin conexión, de manipular la realidad a su conveniencia. El vocerío creció hasta confundir las posturas en un intercambio ruidoso. A Cristiano, sorprendido, lo cegaba la ira. Mourinho, más frío, articulaba con claridad:

– Tú ahora mismo no me quieres. Podrás hablar mal de mí. Pero yo a ti te quiero porque tú eres el hermano de mi hermano. Si tú no lo tienes claro yo sí lo tengo claro. Lo que me pide mi hermano yo lo hago. ¡Yo por ti lo he dado todo! ¡Ahora tú deberías hacer lo mismo por mí!.

La asamblea se terminaba después de 40 minutos cuando el francés Zidane, que había permanecido en un segundo plano, muy serio, fue invitado por el entrenador a decir lo que pensaba. El francés no se cuidó en contradecir lo que acababa de oír:

- Vosotros sois muy buenos jugadores y debéis intentar ganar al Barcelona. Somos el Real Madrid y el Real Madrid sale a ganar siempre.

El entrenador lanzó a Zidane una mirada cargada de indignación antes de abandonar el vestuario. Pasó un mes antes de que el francés volviera a pasar por Valdebebas. Allí mantuvo una prolongada discusión con el entrenador.

En el vestuario creyeron que le llamó a capítulo por no reforzar su postura. Cristiano se quedó en el vestuario maldiciendo en portugués. Había sido el único jugador que se atrevió a responder a Mourinho durante los 40 minutos que tardó en dar la charla.

«¡Cómo me ha vendido este hijo de puta!», le oían gritar. Kaká fue el único que confesó no haber entendido a qué familiar se refería el entrenador constantemente. Para averiguarlo, se acercó a un corrillo.

–¿Quién es su hermano?

–El hermano es Jorge Mendes –le informó Higuaín.

Los jugadores no se podían creer lo que acababan de presenciar. «¡Vaya mierda!», repetían. Pensaban que aunque sus carreras durasen cien años más les costaría revivir un episodio la mitad de extraño. Al salir al campo se tantearon unos a otros. Verificaron con asombro, entre cuchicheos, que todos habían entendido lo mismo. Debían prepararse para perder. Luego estaba esa confesión abierta, sin escrúpulos, que el técnico había hecho de su contubernio con Jorge Mendes, su «hermano». Recordaron que se atrevió a decir que había modificado el modelo táctico para satisfacer a su «hermano» y representante. Pero ahora las necesidades le invitaban a cambiar las piezas en el tablero.

«¡Nos ha entregado la cabeza de CR! –dijo alguien–. ¡Quiere hacer nuevos amigos!»

Cristiano salió al campo, cogió un balón y le dio una patada tan fuerte que lo mandó fuera del recinto. Luego se fue a la sala de fisioterapia y se hizo dar un masaje.

Casillas le confesó a un amigo dentro del club que nunca había sentido tanta vergüenza. No se podía quitar de la cabeza la imagen de su exentrenador, Bernd Schuster, despedido en el invierno de 2008 por decir públicamente que no era posible ganar en el Camp Nou, en vísperas de un clásico.

Zidane se comunicó con Florentino Pérez el mismo domingo para referirle el contenido del cónclave. Dicen en el club que al presidente no le gustó lo que oyó. Los capitanes esperaron una llamada inmediata del presidente. Los más veteranos pensaron que Pérez desautorizaría al entrenador y le pediría que intentara por todos los medios pasar la eliminatoria. El equipo viajó a Barcelona el 2 de mayo sin recibir una contraorden y se alojó en el hotel Rey Juan Carlos I. Allí Mourinho insistió en que debían concentrarse en defender su portería. Nada de pensar en remontar.

El entrenador se entrevistó con el presidente en el hotel pero no hubo cambio de planes. No se sabe qué le dijo Florentino Pérez. Hasta que llegó la hora de salir hacia el estadio reinó la incertidumbre. Casillas esperó una llamada, una señal, un mensaje para forzar la situación. Ante la disyuntiva, Pérez tomó la decisión que caracterizó lo que le restaba de mandato: respaldar a Mourinho hasta las últimas consecuencias.

Nota: ninguna de estas informaciones ha sido desmentida ni se ha interpuesto demanda alguna. El libro, publicado por ediciones B, revela en sus 250 páginas mensajes, decisiones, discursos, charlas y órdenes del técnico portugués que sirvieron para "modelar al equipo campeón" de Copa en 2011 y obtener el título de Liga en 2012 con un récord de puntos que un año después igualaría el Barcelona de Tito Vilanova.

El periodista se nutre de fuentes que descansan en el vestuario madridista y en los testimonios de los empleados de club, que a diferencia de su presidente, no compartían muchas decisiones de Mourinho, acostumbrado a ocupar el foco mediático.

3 comentarios:

  1. Wow....Se olía que había controversia en el vestuario pero si esto es 100% real...Wow.

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  2. Barrabas que le pasa ahora al tal Torres.No tiene quien le informe de Ancelotti?.

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  3. Me da que el informador está más pendiente de su titularidad que de otra cosa, jejejejejeje

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